lunes, noviembre 07, 2011

Sobre la lectura (fragmento)

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El año pasado conocí a un joven analfabeta de unos veinte años; hay más analfabetas en Kentucky que en cualquier otra parte del mundo, con la posible excepción de Filipinas y Haití. El horror de este predicamento fue lo primero que me impresionó, porque era su analfabetismo lo que le impedía conseguir trabajo, y en segundo lugar por la venda que éste le imponía a su imaginación. También comprendí mejor que nunca lo que es un texto y cómo un texto puede cumplirse sólo en la imaginación, cómo meras palabras, que se han usado una y otra vez con otros propósitos y en otros contextos, pueden ser ordenadas por, digamos, un Julio Verne, hasta el punto de ser descifradas como una narración de intricada textura y color espléndidos, de significados y valores precisos. En la época  en que se sucedieron las visitas inoportunas del analfabeta (estaba tratando de ayudarlo a encontrar trabajo) estaba leyendo Les enfants du capitaine Grant de Verne, un libro de geografía ingeniosamente disfrazado de cuento de aventuras para niños franceses, una obra en dos fornidos volúmenes. Nunca antes he sentido cuán afortunado y privilegiado soy, no tanto por saber leer, un estado de gracia que bajo diferentes circunstancias podría desperdiciarse en la interpretación de formularios fiscales o manuales jurídicos, sino por estar en condiciones, de vez en vez, de salir de mí mismo por completo, de estar en otro lado, entre otras mentes, y regresar (al poner mi libro a un lado) renovado y fresco.
. . . . Porque para lo que sirve realmente la lectura imaginativa es para supender los trabajos de la propia mente y darle paso a otra sensibilidad; en un sentido literal, rendirse uno mismo a Henry James o Conrad o Ausonio, a Yuri Olyesha, Basho y Plutarco.
. . . . La mente es un órgano que se autoconsume y es presa de sí mismo. Es un órgano para poner adentro lo que está afuera. Una avispa tiene un ganglio nervioso muy simple por cerebro, un receptor para el color, el olor y las distancias. Es muy probable que una avispa no piense para nada, y si pudiera escribir, todo lo que tendría que decir estaría relacionado con el delicioso olor de las avispas hembras y las peras fermentadas, las hexagonalidades de varios materiales (la fibra de la madera, el papel) en la arquitectura de los nidos, con algunas observaciones tal vez sobre los azimuts (para los jóvenes). Los ángeles, para desplazarnos al otro polo del ser, escribirían de historia y acusaciones solamente, y si Satán hubiera escrito sus memorias, éstas se parecerían a las de Frank Harris, ¿y quién querría leerlas?


Guy Davenport
¿Qué son las revoluciones? Y otros ensayos sobre arte y literatura
Traducción y prefacio: Gabriel Bernal Granados
Libros Magenta, 2008.

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