domingo, septiembre 07, 2014

Dos poemas de Mirko Lauer


Tormenta de la introspección
(25 al 29 de agosto, 2008)

La necesidad de desaparecer de su vista

La fuerza gravitacional de su cuerpo distante

La espera del instante secreto en que empiezo a ser desamado

Ella se vuelve menos su propio ser y más el fantasma de mis secretos

Preciso estar fijado para no caer

Pero quiero la libertad de caer

De avanzar hacia lo que ahora ya no es

El terror de desaparecer de un cierto corazón

El pasado se bebe todo el aire del presente

Interrumpir un instante que no se mueve

Arrojado al mundo

Un misterioso temor frente a la fuente de la fatiga

Sobrevivo cerca de una muerte que no se atreve a mostrar su siguiente rostro

Sufrimiento en mí mismo, el cual no termina en otro

Animal grande asustado por la distancia y que espera un perdón sin forma

Hacer un regalo de mi desaparición

Reino de las hipótesis, formas complicadas del miedo

Castrado por una sola palabra orígenes

Presencia, paciencia del dolor, que es una madre

Immer ohne Frage



La cena en el jardín

Almorzarás colibríes
Dioses y hombres de Huarochirí

El diminuto colibrí es comestible, igual lo son
100 colibríes sobre una fuente y luego
Otros 100 brotando de un pastel, como un eructo de agua mineral.
Colibrí-encanto-confusión-velocidad en sus colores
De diminuta cola de pavorreal tan como los suyos.
Una anchoveta voladora. ¿Se me permite?

El menú: Involtini di colibrí.
Silencio aterrado de niños envueltos en torno a los colibríes.
Hummingbirds in the dark fibre
A la velocidad de la pérdida sentimental.

El colibrí evoca lo adorable-inasible. No hay forma de no saberlo
Cuando se desliza una lenta mirada por su lomo.
El colibrí da pasos de aire, como un caballito verde casi negro,
O un único guindón relleno de una sola aceituna.
La cena: un plato yucateca de colibríes ahogados en sopa de limón
& el famoso pastel victoriano de colibrí sans colibrí.

Servidos al final de la tarde entre grandes candelabros,
Brillan tendidos, en una secuencia de largos nudillos
De una mano con demasiados dedos cansados de apretar.
Ayer cuando volaban nadie los podía sujetar.
Ahora un agrio sabor a curvo pico de colibrí perfora mi lengua.
La experiencia no se ha justificado.

¿Voy a seguir comiendo lo sublime? El libro sagrado
Habla de un hombre devorado por mil colibríes
En un gozoso instante.
Un hombre-flor. Un jardín de platos dispuestos para el sacrificio humano.
La última visión es que por fin bajaron
A detener sus alas sobre mi pecho. Tanto los he esperado.



Mirko Lauer
Alcools
Paracaídas Editores, 2013.

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